Veladas marítimas

Hoy en día, Cartagena posee una oferta cultural muy amplia, convirtiendo a la ciudad en un foco de gran atracción para los turistas. En anteriores entradas, hemos podido conocer algunas de las principales fiestas de la Ciudad Portuaria, como Carthagineses y Romanos o la Semana Santa. Hasta 1972 otra fiesta tuvo un gran arraigo en nuestra ciudad que, tras una progresiva transformación, acabaron este año debido a una trágica situación que todavía hoy recuerdan muchos vecinos.

El fervor de Cartagena a la Virgen del Carmen también lo pudimos conocer con anterioridad, un fervor que se manifestaba en una gran feria, en el mes de mayo, en honor a la Flor del Carmelo y a Santiago. Esta tradición comenzó en el siglo XVI, y se desarrolló en diferentes emplazamientos hasta que se consolidó, en el siglo XIX, en la explanada del muelle, en los meses de verano. La feria fue progresando poco a poco; se construyeron diversos comercios, así como un recinto ferial con iluminación decorativa y se promovieron diferentes espectáculos en la zona.

A finales del siglo XIX y principios del XX, se produjo una importante labor de mejora de la feria, con la intención de tener un espectáculo mayor con el que atraer a los turistas. Las fiestas se enriquecieron con batallas de flores, desfile de carrozas, fuegos artificiales, juegos florales y con las veladas marítimas, entre otras actividades. A pesar de ello, a partir de 1910 las fiestas empezaron a decaer. Por motivos de espacio, la feria se trasladó hasta la plaza de España y en el puerto sólo se mantuvieron las veladas marítimas.

Las veladas marítimas se inspiraron en la fiesta romana que se hacía en honor a Isis, en la que las personas se disfrazaban junto a un barco que se deslizaba en el mar. La versión más actual consistía en un desfile nocturno de barcos completamente decorados e iluminados (al principio con luz de gas y luego con luz eléctrica), que recorrían la bahía del puerto hasta recogerse en Santa Lucía. Dichas embarcaciones, que eran de diversos motivos, se sometían a juicio y la mejor de ellas conseguía un premio. Había dos modalidades según el tamaño de los barcos.

Esta actividad cobró una gran popularidad en todo el país, aunque a partir de 1916 empezó a resentirse. El punto y final fue en 1972 cuando se produjo un trágico accidente el 25 de julio. Una de las carrozas marítimas, la denominada "Río Tajo", se hundió debido a la cantidad de gente que iba en ella (cerca de un centenar). Murieron diez personas, provocando una gran conmoción en la ciudad, según quienes recuerdan este trágico hecho. Existen dos teorías sobre lo que pudo ocurrir. Una de ellas defiende que toda la gente que estaba en la barcaza se desplazó hacia un lateral, en el que estaba enfrente el jurado, provocando un desequilibrio. La otra teoría expone que los listones de la carroza marítima no estaban en buen estado.

Qué duda cabe que la originalidad era una característica principal de estas fiestas. Con los avances de hoy en día, creo que sería muy poco probable que pudiera producirse una tragedia como la que acabó con esta tradición. Quizás el retorno de estas fiestas, supondría otro gran atractivo turístico para la Ciudad Portuaria.

Entrada publicada el 13/10/16