El Arsenal. Parte I

Cartagena ha tenido siempre un importante papel militar en el Mediterráneo. Su marco geográfico ha definido a la ciudad como un lugar estratégico de gran alcance. Sin embargo, la paupérrima infraestructura naval de los Austrias se limitaba a un pequeño puerto, con el objetivo de custodiar las pequeñas escuadras que allí atracaban. Las labores de reparación o construcción eran llevadas a cabo en Barcelona, Santander o Bilbao.

Es durante el reinado de Felipe V, bajo la necesidad de contar con una Marina como la de Inglaterra, Holanda o Francia, cuando la Organización de la Defensa Naval realiza una organización militar en España, donde se divide el litoral en tres departamentos marítimos con sus respectivos arsenales.

En 1731, siendo Ministro de Marina Zenón de Somodevilla, Marqués de la Ensenada, se toma la decisión de construir un Astillero con su respectivo Arsenal en el Puerto de Cartagena, así como otros dos en Cádiz y Ferrol.

Imagen propiedad del Ministerio de Defensa
Una vez finalizados los planos, Felipe V autoriza la construcción del Arsenal, comenzando su construcción el 20 de febrero de 1732. Al mando de esta misión se encuentra Sebastián Feringán, aunque debido a la muerte de este ingeniero unos años después, Mateo Vodopich sería quien continuase dicho trabajo. Para llevar a cabo esta tarea se contó con el trabajo de esclavos y presidarios. La infraestructura básica del proyecto quedó terminada en enero de 1782 bajo el reinado de Carlos III. 

El Arsenal Militar se convierte en el complejo militar más importante de todo el Mediterráneo en el Siglo XVIII, cuyo misión principal sería defender el imperio colonial español, junto a la construcción de numerosas embarcaciones: navíos, bergantines, buques, fragatas, jabeques... En 1750 tuvo lugar la primera entrega de buques, específicamente jabeques, denominados “Cazador”, “Volante”, “Liebre” y “Galgo”. 

Respecto a la situación del complejo militar, en un principio se pensó construirlo en el Armajal, para que estuviera protegido por el Castillo de la Concepción, aunque finalmente se apostó por situarlo en el Mar de Mandarache, junto a la desembocadura de la Rambla de Benipila. Para llevar a cabo esta idea, se tuvo que desviar el final del cauce por la Algameca Chica. 

Algunos de los servicios imprescindibles que se construyeron, para responder a las necesidades de la Armada, fueron: almacenes de maderas y aparejos, cuarteles para presidarios, diques y gradas, muelles y talleres de arboladura y fabricación de jarcia, entre otros. Posteriormente fueron aumentando, aunque en 1909 se cede parte de la zona industrial a la Sociedad Española de Construcción Naval, siendo suspendido este contrato en 1947, suscribiéndose el mismo a Bazán, empresa conocida actualmente como Navantia. 


Sin duda alguna, el Arsenal supuso un importante impulso para la ciudad, que conllevó un importante crecimiento comercial y de tráfico portuario, tanto civil como militar, sin precedentes.

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Entrada publicada el 19/03/13