Monumento al Procesionista

Monumento al Procesionista
Qué duda cabe de que los días pasionales, que vivimos cada Semana Santa, llenan a Cartagena de fervor y devoción. Es la semana más grandiosa de la Ciudad Portuaria. Sus calles se convierten en una catequesis pública, donde los hijos de la milenaria ciudad se echan a la calle para rememorar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Majestuosos tronos, engalanados con las más elegantes flores, portan unas imágenes con un incalculable valor sentimental y cultural. Las cofradías, que sacan la mayor parte de su patrimonio a las calles, cuentan entre sus filas con capirotes, nazarenos, portapasos, etc., que se desviven por mostrar al mundo el mayor de los tesoros. ¡Qué hermoso es ver el orden y la seriedad de la Semana Santa cartagenera!

Sin duda alguna, la labor realizada por los hermanos cofrades no queda en balde. Se cobija en el corazón de los cartageneros y se recuerda en uno de los monumentos más característicos de la ciudad, el dedicado al procesionista.

Este monumento es un grupo escultórico de bronce, compuesto por tres nazarenos (un adulto y dos niños), que actualmente se encuentra situado en la plaza de San Sebastián.

Para llegar hasta su origen, tenemos que retroceder hasta el año 1981, cuando una comisión presidida por Antonio Vallejo y compuesta por representantes de las cuatro cofradías cartageneras, estudió la propuesta del californio Luis Linares de homenajear a los hermanos cofrades con una estatua. Finalmente, esta idea siguió adelante y se escogió el boceto que realizó el pintor Rafael Puch, y que Manuel Ardil convirtió en realidad.

El grupo escultórico ha tenido diferentes ubicaciones. El 16 de febrero de 1983, Miércoles de Ceniza, siendo alcalde Enrique Escudero de Castro, fue inaugurado en la plaza de España, a la salida de la calle del Carmen. A finales de los 90, es trasladado a la plaza de San Sebastián, aunque a una posición distante de donde se encuentra actualmente.

En su primer emplazamiento, el monumento estaba situado sobre un majestuoso pedestal. Posteriormente, en la plaza de San Sebastián, se colocó a la altura del suelo protegido inicialmente, de los actos vandálicos, por una barandilla y después por un pequeño jardín circular. Años más tarde, los tres nazarenos se situarion a ras del suelo y sin ninguna barrera a su alrededor. Este hecho permitía que los vecinos y turistas, al igual que hacen con las esculturas de los marineros del puerto, pudieran abrazar a los nazarenos para hacerse una fotografía. Sin embargo, con la intención de evitar daños y de ensalzar el monumento, desde marzo de 2016 se halla otra vez sobre una peana, que tiene
en su frente el escudo de la ciudad como en su origen.

Monumento al Procesionista

El Monumento al Procesionista es, sin duda, otra obra escultórica que refleja la magnanimidad de una ciudad y de su pueblo.


Entrada publicada el 22/04/14 | Actualizada el 08/11/16