Resulta curioso cuando hablamos con personas que no son de Cartagena y de repente se nos escapan palabras como “rasera” (espumadera), “fonoporta” (telefonillo del portal de un edificio) o “leja” (balda).
Sin duda alguna, estas se quedan extrañadas porque desconocen su significado. Y es que en Cartagena también tenemos nuestras propias palabras, nuestra propia forma de ser y de comunicarnos con los demás. Los cartageneros y cartageneras empleamos expresiones y modismos llenos de picardía y gracia... Y es que esta es la esencia de los “Icues”, que por cierto, como ya vimos en una entrada anterior, esta palabra se utilizaba para designar a los chiquillos, “zagalicos”, que jugaban en la replaceta y que actualmente representa a todos los cartageneros y cartageneras.
Sin duda alguna, estas se quedan extrañadas porque desconocen su significado. Y es que en Cartagena también tenemos nuestras propias palabras, nuestra propia forma de ser y de comunicarnos con los demás. Los cartageneros y cartageneras empleamos expresiones y modismos llenos de picardía y gracia... Y es que esta es la esencia de los “Icues”, que por cierto, como ya vimos en una entrada anterior, esta palabra se utilizaba para designar a los chiquillos, “zagalicos”, que jugaban en la replaceta y que actualmente representa a todos los cartageneros y cartageneras.
Si tenéis “jaspa” (hambre)
es mejor que no leáis éste párrafo, ya que me voy a referir a comida con
diferentes denominaciones curiosas. En Cartagena una alcachofa es un “alcacil” y las judías verdes son
conocidas como “bajocas”. El
pimiento rojo de forma redondeada que se cocina seco, aquí se conoce como “bola”, los guisantes como “pésoles”
y las manzanas como “peros”. Los “mayeros”, albaricoques... Y las “guindas”, que son cerezas en confitura
y no frescas en realidad. Los “crespillos” son galletas
saladas de forma circular y muy
plana. “A to´ esto” (a propósito) si
le hacéis una visita a algún/a amigo/a de otra ciudad y le lleváis crespillos,
decidle que son salados, no vaya a ser que los moje en leche como una vez hizo
un amigo mío. ¡Ah! y cuidado con preguntarle a una foránea si le gustan las “pelotas”. Es mejor que las denominéis albóndigas. Y ¿qué es la “móllera”?, pues no es otra cosa que la
bacaladilla, y ¿un “chambi”?... un
cucurucho de helado. Así como un “torrao”
es un garbanzo tostado, una “tortada”
una tarta con merengue y los “tostones”
son palomitas de maíz. Si no eres de Cartagena y alguna vez te dice
alguien que te invita a comer “ropa vieja” ¡no te asustes!, así es
como nos referimos al cocido frito realizado con las sobras del día anterior. ¡Espero
que no esté “retestinao” (huele mal)
o “revenío” (podrido)! Por
cierto, comerse una punta de pan con “companaje o fiambre”
(por embutido) es ponerse una “insignia”.
Y no todo es cuestión de “jalar”
(comer), ya que también nos podemos referir a los “atos” (vestimentas). Un “babi”
es el guardapolvo de un “crío”
(niño) y un “guatiné” es una bata de
andar por casa. Y la palabra tenis es la que se utiliza para referirse al calzado deportivo. Un
ato “enterquecío” es aquel que ha
perdido su lustre o blancor, y el “desjargolao”
es el que ha perdido su forma.
En Cartagena también tenemos
algunas palabras de origen inglés, como son “fati” por gordito, “petróleo”
por gasolina y “brovi” por pistola.
Además, usamos los abstractos acabados en -ol/-or, como “ternol” por ternura, “amargor”
por amargura...
Un “tercio” cartagenero no solamente es una cerveza, sino que también es
como se denomina al grupo de capirotes en perfecta formación armónica, que
representan en la procesión a su agrupación correspondiente, acompañando a su
trono titular en Semana Santa. Estos portan un “hachote” (vara ornamentada) y además son simulados en un caramelo
que se llama “sepulcro”. Aquí tenemos “tronos”, que es palabra teológica, y no como se dice en
el resto de España, pasos, pero tenemos “portapasos”
y no portatronos, ni hombres de trono. Nuestros son los “sudarios” y no estandartes ni
sinpecados…
Entrada publicada el 10/01/13